Sin embargo, no hay que olvidar que el objetivo primero de una empresa es producir beneficio, ya que en caso contrario se ve abocada a la desaparición. Por ello, hablando de responsabilidad, una empresa responsable debe plantearse siempre cuál es el valor añadido de las actvidades, políticas o estrategias que asume.
En el caso de la RSE, este valor añadido se produce por el reforzamiento de tres aspectos que, si siempre han sido importantes, en estos momentos tan difíciles desde el punto de vista económico se transforman en críticos. Estos tres aspectos son la transparencia, la confianza y la credibilidad.
Juan José Almagro, en un excelente libro que recomiendo, "Cincuenta + 10. Reflexiones desde la utopía" al hablar de transparencia compara la empresa con un submarino. Dice Almagro que en un submarino, cuando el capitán da la orden "inmersión a 30 pies y timón 3º a babor, a toda máquina", esta decisión es oída por todas las personas que están en la sala de mando, en la sala de máquinas y y repetida por altavoces por el responsable de su ejecución, de forma que todos los tripulantes saben lo que se ha decidido y por tanto a dónde van, cuál es el rumbo y la velocidad y los riesgos que eso puede implicar para la nave.
Creo que es un ejercicio de transparencia impecable. En la empresa actual, se debe buscar esta mayor comunicación de objetivos y estrategias para alcanzarlos, de forma que todos los empleados (tripulantes!) estén alineados y sean conocedores de a dónde se pretende llegar y por qué medios. Pero esta transparencia debe extenderse también a la relación de la empresa con sus otros grupos de interés, de forma que los accionistas, los clientes, los proveedores o los representantes de los trabajadores tengan una información real y transparente de los aspectos de la gestión o del producto que les incumbe en base al tipo de relación.
Esta transparencia, vinculada al resto de comportamientos socialmente responsables que configuran la cultura de RSE de la empresa, afianzarán la idea de integridad que de ella tengan esos grupos de interés, y consecuentemente la confianza y la credibilidad de la misma.
Y de estos tres valores, transparencia, confianza y credibilidad surgirá el interés de los accionistas por invertir, el de los clientes por adquirir sus productos o servicios, el de los proveedores por establecer fuertes lazos de colaboración o el de los trabajadores por continuar trabjando en ella.
Víctor Alcalde Lapiedra. Presidente del Comité Científico del Congreso de RSE
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