lunes, 14 de junio de 2010

Un caso de RSE que repercute en las Relaciones Públicas

Las semillas de un desastre petrolero

Héctor J. Héreter

A medida que llegamos a más de 40 días del desastre ecológico del Golfo de México a causa de derrame creado por la plataforma petrolera Deepwater Horizon de British Petroleum (BP), nos preguntamos si en realidad esta empresa estaba preparada para afrontar una crisis de esta envergadura o se ajustó a una sincera ética empresarial.

Por más que como relacionistas públicos caigamos en la tentación de analizar el hecho dentro de estrictos parámetros de nuestra profesión, creo que debemos dar un paso hacia atrás al verdadero meollo del asunto: el compromiso de la responsabilidad social empresarial (RSE) de BP. En su página web pregona ser una compañía que se “preocupa por el bienestar de sus empleados y el entorno social donde realiza sus actividades”.

Como asesores de relaciones públicas, los comunicadores tenemos el deber de difundir las acciones de nuestra empresa sobre sus códigos éticos enmarcados casi siempre en sus declaraciones sobre la Visión y Misión de la firma. Pero todo esto serían palabras huecas impresas en papel si la alta gerencia no tiene un verdadero compromiso con ellas.

Podemos redactar una infinita lista de organizaciones empresariales que han quebrantado los códigos éticos expuestos en sus decálogos de cómo deben actuar, pero que a la larga han antepuesto sus ganancias (profits) al impacto social y ambiental que ellas pueden crear.
Entonces caemos una triste realidad que se repite de manera consistente. Sus promesas de ser social y ambientalmente responsables, son todo un maquillaje para presentar un rostro amable de la empresa, pero tras bambalinas son otra cosa totalmente diferente, un tanto como la novela Dorian Gray del escritor irlandés Oscar Wilde.

Compromiso con las tres “C”
El filósofo y gurú de las redes sociales Seth Gordin, califica de hipócritas muchas de las campañas para informar sobre las actividades que una empresa realiza en la campo de la RSE, que al final puede convertirse en un bumerang al descubrir el público que son puras palabras huecas divulgadas a través de sus páginas en el Internet u otras publicaciones.

A fin de aclarar conceptos debemos entonces debemos apelar el informe Brutland de 1987 en donde se define por primera vez este concepto de RSE: “Aquel que satisface las necesidades del presente sin comprometer las necesidades de las futuras generaciones. Implica un cambio muy importante en cuanto a la idea de sustentabilidad, principalmente ecológica, y a un marco que da también énfasis al contexto económico y social del desarrollo. La RSE es el comportamiento para el mejoramiento social, económico y ambiental de las empresas, agencias gubernamentales y a otras organizaciones, con el objeto de mejorar su posicionamiento competitivo y valor añadido”.

Tomando esta definición como punto de partida caemos en la eterna pregunta, ¿qué viene primero, el huevo o la gallina; en nuestro caso, las Relaciones Públicas o la RSE?

Creo que si los mensajes transmitidos por las relacionistas profesionales se basan en las cinco “C”: comprensión, confianza, capacidad asociativa, conducta cívica y comportamiento ético, podemos deducir que la actitud de responsabilidad social de la empresa es la materia prima para que el departamento de Relaciones Públicas pueda desarrollar todo un plan de divulgación.

Con lo anterior no propongo que las RR.PP. estén subordinadas a la RSE, pero si deben trabajar de manera muy integrada para que se apoyen mutuamente. No con el mero propósito de publicidad, sino porque es importante que los públicos externos e internos conozcan lo que se hace en beneficio a los diferentes entornos de la empresa.

Lo anterior ayudará a posicionarse dentro de un mercado y una sociedad que cada día exige más de sus corporaciones. Éstos no sólo esperan ayudas monetarias sino transparencia en sus prácticas (internas y externas) productos virtuosos, respeto por el medio ambiente, compromiso con sus empleados y familias, con los proveedores, accionistas, clientes y todos los públicos con los que se relaciona la empresa.

Ejemplos concretos
Entonces si tomamos como ejemplo los casos recientemente tan divulgados como el de Nestlé y la destrucción del hábitat de los orangutanes en la selva tropical de Sumatra para extraer el aceite de palma utilizado en su producto Kit-Kat o la hecatombe ecológica a causa del derramamiento de petróleo al sucumbir una plataforma petrolera en el Golfo de México de British Petroleum, vemos que estas grandes corporaciones dicen una cosa y actúan de forma diferente.

A medida que iban aflorando las causas que llevaron al desastre en el Golfo de México, el público se enteró por cuenta gotas que tanto BP como las agencias reguladoras del gobierno estadounidense no tomaron las medidas necesarias para evitar un derramamiento de tales magnitudes, convirtiéndose a la postre en uno de los mayores desastres ecológicos en la historia del mundo.

Según datos conocidos posteriormente al hundimiento de plataforma en las aguas del Golfo de México, se supo que hubo irregularidades en el reporte de impacto ambiental preparado por BP que presentó al gobierno estadounidense, a fin de lograr la concesión de producción de petróleo en el área.

Desde un principio ya estaban plantadas las semillas el desastre, siendo evidente que antepusieron otros intereses a su compromiso con la responsabilidad social de la empresa.

Por más que BP organizara un equipo de relaciones públicas, tanto interno como externo, para el manejo de la crisis comunicacional, no pudieron contener la ola de rechazo general a nivel mundial que se les venía encima.

Se hace evidente entonces que el seguimiento de RSE es prioritario a todo esfuerzo de relaciones públicas. Todo se resume en una sola palabra: ética. Un comportamiento verdaderamente ético con su compromiso de hacer las cosas bien y no maquillar la verdad con promesas huecas.

Más ética que financiera
En el 2009, al momento que presenciábamos el delscalabro del sector financiero, con grandes conglomerados como Goldman Sachs y Stanford Bank incurriendo en graves delitos en el manejo de las cuentas de sus accionistas y ahorristas, el mundo presenció un bochornoso evento donde la crisis económica era más ética que financiera.

La reputación de las empresas se fueron a pique causando la desaparición total de muchas de ellas por más que sus directivos trataron la atajar la crisis a través de comunicados y campañas de relaciones públicas.

Lo anterior demostró que la RSE ocupa un lugar prioritario y antecede cualquier plan de relaciones públicas. Cuando se divulga información a través de los departamentos de relaciones públicas la empresa dice lo que hace, mientras que la RSE es hacer que hablen de la empresa afianzado su reputación entre sus públicos.

Un estudio realizado recientemente por la Universidad de Indiana, en Estados Unidos, se descubrió que 40% del éxito de las empresas viene de la reputación.

El estudio destaca la importancia de generar capital social, que es el concepto consustancial del desarrollo, el cual se basa en las cinco “C” mencionadas previamente.

De la misma manera vimos como la dudosa reputación de BP hiciera que los títulos y acciones en Wall Street esta empresa se desplomaran rebajándola de ser la segunda más importante del mundo luego de ExxonMobil, a un distante sexto lugar en el ranking de empresas petroleras.

Héctor Héreter es periodista y relacionista público que reside en Caracas, Venezuela. Ha sido asesor de relaciones públicas para corporaciones estadounidenses entre ellas las petroleras ExxonMobil y Triton

elnuevodia.com

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